Una hazaña irrepetible

Grecia sorprendió a todos en el Eurobasket de 1987

No sé si será porque lo vi con ojos de niño, pero la victoria de Grecia en el Eurobasket en el que hizo de anfitrión en 1987 es de las más increíbles que he presenciado jamás. Hay que pensar que, a día de hoy, los nombres de Gallis, Yannakis o Fassoulas están en nuestra memoria como jugadores históricos, pero antes de empezar ese campeonato la selección griega no pertenecía ni mucho menos a la élite europea. El año anterior había conseguido el décimo puesto en nuestro Mundial y nadie esperaba que pudiese competir con monstruos como la URSS y Yugoslavia. Pero es que ni siquiera se le consideraba al nivel de España o Italia, equipos que habían ocupado posiciones de podio en los últimos años.

El equipo griego se basaba en la enorme capacidad ofensiva de Gallis, sí, pero conformaba un quinteto que acaparaba la mayor parte de los minutos y en el que Yannakis y el joven Christodoulou aprovechaban muy bien la atención que acaparaba el greco-americano para anotar también muchos puntos. Por dentro, Fassoulas siempre estaba atento para acabar con mates las asistencias que recibía producto de las ayudas a los exteriores y en defensa intimidaba a todo el que se acercara al aro. El quinto hombre era Kambouris, un ala-pívot que se pegaba con quien hiciera falta por capturar cada rebote. Hombres como Filippou, Stravropulos o Andritsos eran los encargados de dar algunos minutos de refresco a los titulares o de ocupar su puesto cuando no había más remedio por las faltas.

Además de la calidad ofensiva que atesoraban sus jugadores principales, la clave de la hazaña estuvo seguramente en la capacidad de lucha del equipo, siempre empujados por una afición de 15.000 personas que animaba sin parar y enloquecía con las acciones de garra de los suyos. Después de una primera fase en la que cayeron derrotados por España y por pocos puntos ante la favorita Unión Soviética, nadie adivinó lo que vendría en las eliminatorias. Ya la victoria contra Italia en cuartos de final sorprendió a muchos. «La típica sorpresa del anfitrión», pensábamos. En la semifinal esperaba Yugoslavia, que estaba completando su transición entre las gloriosas décadas de los 70 y los 90. Drazen Petrovic y su hermano Alexander eran los jefes, pero ya había entrado en el equipo la maravillosa generación de Djordjevic, Kukoc, Paspalj, Radja y Divac. Los plavi eran los claros favoritos, pero pasó esto:

Con la locura desatada en Atenas, en la final esperaba la URSS de Alexander Gomelski. Si bien es cierto que no contaban con el concurso de Sabonis, de baja por una de las graves lesiones que marcaron su carrera, el Eurobasket nos había descubierto a una nueva perla lituana: Sarunas Marciulionis, un escolta de físico espectacular que asombró a todos y se convirtió en el mejor jugador soviético en el torneo. Por dentro, un veterano Tkachenko que suplió muy bien a Sabonis durante todo el campeonato parecía no tener rival en el enclenque Fassoulas. El equipo se completaba con una nómina espectacular de jugadores como Volkov, Tikhonenko, Homicius, Kurtinaitis, Tarakanov, Valters, Iovaisha… Mucha tela ante el aguerrido quinteto heleno.

Pero la comunión de la selección griega con su público fue total y se creó un ambiente que propició un partido espectacular, de los más bonitos de la historia. Recuerdo que mis padres se fueron a ver el festival de fin de curso de mi hermano y yo me quedé solo en casa, a punto de cumplir 11 años, disfrutando de aquella maravilla. Si en el año que llevaba viendo baloncesto conscientemente había descubierto ya las remontadas imposibles (como la de la propia URRS sobre Yugoslavia en el Mundial de España) y las canastas en el último segundo (como la de Kenny Simpson para ganar la liga unas semanas antes), ese día conocí otra de las cosas maravillosas que tiene este deporte: cuando el equipo teóricamente débil se rebela contra el gran favorito.

No os cuento más, os dejo que disfrutéis de esta maravilla (por motivos técnicos no he podido juntar todo el partido en un solo vídeo, más abajo tenéis el final):

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3 comentarios en “Una hazaña irrepetible

    • No, lo siento, la primera iba en un DVD que me pasaron con el España – Grecia. Pero no fue gran cosa, España vivió de rentas y Epi sólo metió una canasta más.

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