Chicago, años 90

Los mejores Blazers tampoco pudieron con los Bulls

Si en la temporada 1991-92 los Bulls se habían hecho con el título partiendo como candidatos pero no como favoritos, la siguiente fue la de su consolidación como el equipo dominador de la NBA. Sin cambios en la base de la plantilla, los de Chicago comenzaron la temporada con toda la confianza que les daba el anillo logrado unos meses antes, y dominaron la regular season sin grandes sobresaltos con 67 victorias, diez más que los siguientes, los Cleveland Cavaliers y los Portland Trail Blazers, a los que tuvo que superar en la Final de Conferencia y en la de la NBA para revalidar el título.  Aquí podéis ver un partido de aquella temporada regular, contra los Sixers de Charles Barkley, del canal NBA CLASSIC ESPAÑOL (como todos los vídeos de esta entrada):

El gran acierto de Phil Jackson a la hora de construir un equipo ganador fue encontrar un sistema que no acabase en las opciones de anotar que pudiese tener Michael Jordan, sino que cada jugador sabía cómo tenía que moverse y dónde colocarse para aprovechar la gran atención de las defensas contrarias que generaba el mejor jugador de todos los tiempos. Así, no sólo sus acompañantes en el quinteto titular (Pippen, Grant, Cartwright y Paxson) sacaban partido de esas ventajas, sino también otros jugadores que fuera de los Bulls no tuvieron carreras tan relevantes (como BJ Armstrong, Will Perdue, Scott Williams… y años más tarde Longley, Buechler, Randy Brown, Caffey y otros) conseguían aportar puntos al ataque de los Bulls, lo que les hacía mucho más peligrosos. A ello se unía la gran capacidad física de Jordan, Pippen o Grant, que les permitía apretar mucho en defensa y robar muchos balones que se convertían en puntos fáciles al contraataque.

Después de lograr esas 67 victorias en la regular, los Bulls afrontaron unos playoffs en los que se deshicieron con facilidad de los Miami Heat por 3-0, pero a continuación tendrían que superar seguramente la prueba más dura de la temporada, frente a los New York Knicks a los que entrenaba Pat Riley. En su paso a la conferencia este, Riley cambió el juego alegre del «Showtime» de los Lakers por un estilo mucho más bronco, con una defensa de mucho contacto, que incomodó mucho a los de Illinois en aquella eliminatoria. Los Knicks contaban con Mark Jackson y Pat Ewing como estrellas, pero el estilo lo marcaban los duros Xavier McDaniel, Charles Oakley, Anthony Mason y John Starks, siendo estos dos últimos unos desconocidos a los que Riley convirtió en jugadores All Star. Tras una eliminatoria llena de piques y golpes, los Bulls superaron el escollo en siete partidos.

Durante la década de los 90, de dominio absoluto de Chicago, muchas franquicias que vivían seguramente el mejor momento de su historia se toparon con los de Phil Jackson, viendo frustradas sus posibilidades de conseguir un anillo. Uno de esos equipos fue Cleveland Cavaliers, que protagonizó grandes temporadas con Mark Price, Craig Ehlo, Larry Nance, John ‘Hot Rod’ Williams y Brad Daugherty dirigidos por Lenny Wilkens, con bonitos enfrentamientos con los Bulls en la conferencia este, pero Jordan solía brillar especialmente contra ellos. En esta ocasión, pudieron aguantarles seis partidos.

En la final esperaban a los Bulls otro de esos conjuntos que vivieron momentos de esplendor en los 90 pero que no pudieron redondearlos con un anillo por culpa de Jordan y compañía. Los Portland Trail Blazers llevaban años destacando en la conferencia oeste y habían jugado la final de 1990, cayendo frente a los Detroit Pistons. En 1991 fueron sorprendidos por los últimos Lakers de Magic Johnson, que no eran favoritos, para perderse la final, y en 1992 alcanzaron su techo, con su segunda final en tres años. Con un quinteto titular formado por Terry Porter, Clyde Drexler, Jerome Kersey, Buck Williams y Kevin Duckworth y con Danny Ainge y Cliff Robinson como suplentes más importantes, quizá les faltaba un buen segundo base que diera descanso a Porter.  Los Blazers ya tenían experiencia en una final y estaban ante su gran oportunidad de llevarse el anillo, aunque los Bulls tenían la ventaja de campo. El primer punto se quedó en la ciudad del viento, con una primera parte memorable de Michael Jordan, en especial los últimos seis minutos del segundo cuarto:

El primero fue el partido más desequilibrado de la serie, merced a la sensacional actuación de ‘Air’, que lo dejó prácticamente sentenciado al descanso. Pero los otros cinco encuentros fueron bastante disputados y los Bulls no lo tuvieron fácil ni mucho menos. Como muestra, el segundo, en el que los Blazers consiguieron igualar la final:

La lucha continuó en los tres partidos siguientes, disputados en Portland. Los Bulls se aventajaron en el marcador ganando el tercero, pero los Blazers apretaron los dientes y se hicieron con el cuarto, para empatar a dos. Los de Jackson dieron el golpe decisivo en el quinto, todavía disputado en el Memorial Coliseum de Portland, dejando la eliminatoria 3-2 a su favor y con dos oportunidades para de sentenciar en Chicago, como así ocurrió en la primera de ellas.

Con este título los Bulls empezaron a demostrar a los incrédulos que no pensaban que Jordan podía hacer a un equipo campeón que la década de los 90 iba a ser cosa suya. Gracias al sensacional crecimiento del de Brooklyn como jugador, en el que seguramente tuvo bastante que ver Phil Jackson, los Bulls fueron un equipo con mayúsculas, tanto en el trienio 1991-93 como en el de 1996-98 (seguramente con mejores jugadores como Rodman, Kukoc o Harper). Cabe preguntarse si esos seis anillos se habrían convertido en ocho si Jordan no se hubiese tomado dos años de retiro tras el anillo de 1993. En todo caso, lo que es innegable es que estos Bulls son uno de los grandes equipos de toda la historia de la NBA.

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